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En mi cabeza, hace tiempo que separé la idea de felicidad del concepto de "estar a gusto". Yo, personalmente, percibo la felicidad como un estado transitorio, que algunas veces se tiene y otras no. La felicidad continua carece de sentido, ya que se convertiría en la norma y buscaríamos un punto más allá, o caeríamos en la más profunda infidelidad.

Por otra parte "estar a gusto" es algo a lo que podemos aspira de forma más o menos continua. Esa tranquilidad y esa paz que te permite vivir una vida de forma más o menos ordenada, con sus momentos felices y sus momentos tristes, pero teniendo ese anclaje. Y, precisamente, para "estar a gusto" creo que es imprescindible tener las necesidades materiales cubiertas, una seguridad económica, salud y un entorno social estable. Quizá para muchos esto sea la definición de felicidad, pero a mí me gusta mantenerlo separado. De algún modo difícil de explicar, la vida me parece más fácil de vivir así.

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Hola Emi. Qué gran tema el de la felicidad...

Posiblemente Séneca, comenzaría diciendo que hoy nos venden un camino falso hacia la felicidad. En este primer cuarto del siglo 21, el concepto parece estar más cerca de lo material que de otra cosa; identificamos la felicidad con el bienestar personal, con la satisfacción de nuestros deseos, con la creación de riqueza y reconocimiento externo. ¿Será, como decía Séneca, que estamos equivocando el camino hacia la felicidad? Nos creemos casi dioses, pero el consumo nos deja insatisfechos; el dolor y la muerte nos asustan más que en época de Séneca; los miedos nos acosan día a día, y lo deseos nos desbordan...

El ser humano siempre quiere más. Esa es la base de su éxito y también de su condena. Estamos dotados de una inteligencia muy superior al del resto de los animales y eso nos infunde un deseo y una necesidad de reflexionar sobre nosotros mismos y de levantar nuestro propio edificio de la felicidad; porque ésta no nos viene de serie: la felicidad es un proceso de construcción personal, una conquista sobre nosotros mismos, «vincit qui se vincit» diría el pensador cordobés, vence quien se vence. Aspirar a ser feliz requiere inteligencia y autocontrol. Además, así lo creo, exige un «saber estar» ante el mundo y la sociedad y ante las relaciones que mantenemos con otras personas y entorno cercano. Esa era la idea central de Séneca acerca de la felicidad, y he de decir, para terminar, que no es algo fácil de conseguir dada la vorágine en la que estamos inmersos como sociedad, me temo.

Me ha encantado reflexionar contigo, una vez más, Emi.

Gracias por estar. 🤗

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Coincido contigo en la idea de esa «mercantilización» de la felicidad; es algo completamente real e insoslayable, y además —desde mi punto de vista— bastante perjudicial en lo relativo a la gestión del yo y de nuestras expectativas personales.

También, no obstante, me agrada el enfoque de Aristóteles cuando aducía que la felicidad estaba ligada al bienestar material, porque sin ciertas seguridades básicas, nadie podía considerarse feliz. (Y Séneca de eso no se privó, seguro…)

Me parece que es ramplón señalar el camino del estoicismo (mal entendido, desde luego) como el de la renuncia a las cosas materiales, cuando el entorno en el que nos movemos es total y absolutamente materialista. No abogo por claudicar y ceder a los impulsos, pero también es sano (y coherente) entender que hay unos mínimos estándares de seguridad material y que deberíamos aspirar a ellos.

Mil gracias, Jaime, como siempre, por abrir el melón de un nuevo debate dentro del texto. Un abrazo.

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Veo que te gusta Séneca, verdad? 📚

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Emi, buen artículo, por cierto 😊.

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