La fricción entre el sujeto (el "yo") y el colectivo es necesaria, pues el individuo se gesta cuando entra en contacto con la sociedad, con el colectivo.
Me gustó como has elaborado la tensión entre el "yo" y el colectivo. Invita a reflexionar sobre uno de los grandes dilemas del ser humano: vivir atrapado entre el anhelo del espacio de soledad para descubrir su propia esencia e identidad, y la necesidad de pertenecer y afirmarse en lo social, sin disolverse en el Otro.
El concepto de "neorrománticos" me pareció genial, creo que sintetiza bien la hipertrofia narcisista que vivimos actualmente: cáscaras sin autenticidad enfrascadas en sí-mismas, paradójicamente, más dependientes del reconocimiento externo y aportando menos a la sociedad.
Sin las relaciones humanas corremos el riesgo del aislamiento y la soledad no deseada. Completamente de acuerdo en que, aún necesitando soledad e individualismo para afirmar esa "vocecilla" sin sucumbir a la influencia externa: el Yo o Self no existe sin la vinculación con los demás.
Gracias, Hugo. Acuñé el término porque me parece muy relevante, como dices, apuntar al hecho de que la individualidad es necesario para el desarrollo creativo, incluso intelectual, pero siempre confrontada con el palmario hecho de que vivimos en sociedad y, por tanto, de alguna manera debemos «insertar» esa individualidad en un contexto mucho más amplio. La tensión entre el «yo» y el grupo (la masa de la que hablaba Canetti) es importante para desarrollarnos como personas.
Como casi todos los grandes nombres del pensamiento, se puede o no estar de acuerdo con sus tesis, pero es indudable que sigue siendo necesario conocer sus filosofías, porque aportaron mucho a la historia y el desarrollo del pensamiento humano.
Para mi el “yo” es una perspectiva desde la que miramos al otro. Sin esta perspectiva no hay “yo”, que es lo mismo que decir que hay “yo” porque hay “tu”.
Sobre lo de la libertad del individuo… es un temón. El ambiente modela al individuo. Y creo que sólo siendo consciente de como el ambiente refuerza o castiga, uno puede decidir desde la “libertad”.
Gracias a ti por comentar, Mireia. Hasta cierto punto, como he comentado a otro usuario, creo que el «yo» se construye en sociedad, como confrontación (no necesariamente hostil, sino contrastada) frente a los demás. De ahí que, por una parte, me parezca importante reafirmar la individualidad como tesela de ese mosaico que es la comunidad, y, por otra, crea que esa individualidad debe estar inserta en la sociedad de la que forma parte.
En cuanto a la libertad individual y el libre albedrío… efectivamente: temazo. De hecho, en el artículo para suscriptores del domingo sigo dándole vueltas al asunto porque me parece capital e interesantísimo.
Que bueno! Ese yo romantico, individualista, emocional y a veces en conflicto con el mundo externo, que a mi modo de ver, fue "traicionado" por uno de sus máximos exponentes. Hegel considera en su obra que el hombre debe todo su valor al Estado, subordinando la libertad individual al aparato estatal. Por eso siempre preferí la concepción individualista de Stuart Mill, en defensa de la libertad individual frente a la coerción estatal.
Creo que es importante separar esa libertad de cualquier tipo de apropiación. En mi opinión, el individualismo tiene más que ver con poner a disposición de la sociedad (entendida como conjunto) lo mejor de uno, trabajando desde la intimidad, pero sin sacrificar los aspectos personales en favor de «algo» impuesto.
La fricción entre el sujeto (el "yo") y el colectivo es necesaria, pues el individuo se gesta cuando entra en contacto con la sociedad, con el colectivo.
Muy buena relfexión, Emi.
Gracias.
No habría podido resumirlo mejor, Cuca. Creo que en esa intersección es donde descubrimos realmente quiénes somos.
Un abrazo.
En mi caso creo que el trabajo de una sabia es saber precisamente que esa vocecilla interior no soy yo.-
Lidiar con la vocecilla interior, creo, es el trabajo de una vida.
Me gustó como has elaborado la tensión entre el "yo" y el colectivo. Invita a reflexionar sobre uno de los grandes dilemas del ser humano: vivir atrapado entre el anhelo del espacio de soledad para descubrir su propia esencia e identidad, y la necesidad de pertenecer y afirmarse en lo social, sin disolverse en el Otro.
El concepto de "neorrománticos" me pareció genial, creo que sintetiza bien la hipertrofia narcisista que vivimos actualmente: cáscaras sin autenticidad enfrascadas en sí-mismas, paradójicamente, más dependientes del reconocimiento externo y aportando menos a la sociedad.
Sin las relaciones humanas corremos el riesgo del aislamiento y la soledad no deseada. Completamente de acuerdo en que, aún necesitando soledad e individualismo para afirmar esa "vocecilla" sin sucumbir a la influencia externa: el Yo o Self no existe sin la vinculación con los demás.
Saludos Emi
Gracias, Hugo. Acuñé el término porque me parece muy relevante, como dices, apuntar al hecho de que la individualidad es necesario para el desarrollo creativo, incluso intelectual, pero siempre confrontada con el palmario hecho de que vivimos en sociedad y, por tanto, de alguna manera debemos «insertar» esa individualidad en un contexto mucho más amplio. La tensión entre el «yo» y el grupo (la masa de la que hablaba Canetti) es importante para desarrollarnos como personas.
Me hiciste recordar que en algún momento, en la Facultad de Psicología, se veía mucho a Mill. Un gran humanista, de esos a los que nada le es ajeno.
Como casi todos los grandes nombres del pensamiento, se puede o no estar de acuerdo con sus tesis, pero es indudable que sigue siendo necesario conocer sus filosofías, porque aportaron mucho a la historia y el desarrollo del pensamiento humano.
Me ha encantado :)
Para mi el “yo” es una perspectiva desde la que miramos al otro. Sin esta perspectiva no hay “yo”, que es lo mismo que decir que hay “yo” porque hay “tu”.
Sobre lo de la libertad del individuo… es un temón. El ambiente modela al individuo. Y creo que sólo siendo consciente de como el ambiente refuerza o castiga, uno puede decidir desde la “libertad”.
¡Gracias!
Gracias a ti por comentar, Mireia. Hasta cierto punto, como he comentado a otro usuario, creo que el «yo» se construye en sociedad, como confrontación (no necesariamente hostil, sino contrastada) frente a los demás. De ahí que, por una parte, me parezca importante reafirmar la individualidad como tesela de ese mosaico que es la comunidad, y, por otra, crea que esa individualidad debe estar inserta en la sociedad de la que forma parte.
En cuanto a la libertad individual y el libre albedrío… efectivamente: temazo. De hecho, en el artículo para suscriptores del domingo sigo dándole vueltas al asunto porque me parece capital e interesantísimo.
Un saludo.
Que bueno! Ese yo romantico, individualista, emocional y a veces en conflicto con el mundo externo, que a mi modo de ver, fue "traicionado" por uno de sus máximos exponentes. Hegel considera en su obra que el hombre debe todo su valor al Estado, subordinando la libertad individual al aparato estatal. Por eso siempre preferí la concepción individualista de Stuart Mill, en defensa de la libertad individual frente a la coerción estatal.
Creo que es importante separar esa libertad de cualquier tipo de apropiación. En mi opinión, el individualismo tiene más que ver con poner a disposición de la sociedad (entendida como conjunto) lo mejor de uno, trabajando desde la intimidad, pero sin sacrificar los aspectos personales en favor de «algo» impuesto.