14 Comentarios

Rubachov actúa de mala fe, diría Sartre. Si bien estos son temas donde no se puede afirmar nada con seguridad, por cierto la dependencia excesiva en la colectividad deshumaniza a los individuos. La cita de Russell es genial. Gran escrito, como siempre, Emi.

Expand full comment
author

Creo que lo más interesante sería dilucidar (algo imposible, pero curioso) por qué Rubachov actúa así: si es por mala fe o es por convicción. Aunque desde fuera podamos pensar (hablando siempre de esta ficción) que comprendemos sus —malos— instintos, es posible que sus motivaciones no sean tan simples como parecen.

Me alegro de que te haya gustado, Daniel Un abrazo.

Expand full comment

Qué interesante reflexión, Emi.

Han resonado en mí el Sartre de la mala fe, el Heidegger de la inautenticidad, y por supuesto el Ortega y Gasset de la rebelión de las masas: la idea de que el ser humano, el individuo, está condenado a ser libre. Y que al delegar sus propias decisiones en el grupo, en una institución ajena, pierde acaso la única parte esencial de su existencia: que no tiene esencia, que ha de construirla a base de sus irrenunciables decisiones personales.

Grande la cita de Russell. Muy actual. Me dejas pensando…

Gracias.

Expand full comment
author

Me alegro de haberte hecho pensa, Javier; ese era el propósito… 😉

La verdad es que la relación entre Estado (instituciones) e individuo es tan compleja que suscita muchas ideas y otras tantas contradicciones. Quizá el concepto de Ortega es un tanto elitista, pero no le faltaba razón en cuanto a la problemática del grupo como propiciador de injusticias. Reconozco que desconozco el concepto de «inautenticidad» de Heidegger, autor que tengo pendiente por aquí en mi pila de libros.

Por mi parte, estoy empezando la lectura de «Masa y poder», de Elias Canetti, que también abunda un poco en estas cuestiones. Seguro que habrá más artículos futuros tratando de todo ello, así que espero tus contribuciones.

Un saludo.

Expand full comment
jun 19·editado jun 19Gustado por Emi

Heidegger es un tipo complejo, y en mi opinión disfraza de profundidad lo que con mucha frecuencia es un galimatías de neologismos. Dicho esto, hay cuestiones en la que es más claro. Así distingue entre dos modos principales de existencia del Dasein: la “autenticidad” (Eigentlichkeit) y la “inautenticidad” (Uneigentlichkeit).

La inautenticidad se caracteriza por varios elementos muy relacionados con tu planteamiento:

1. Pérdida en la Cotidianidad: En la inautenticidad, el individuo se pierde en la rutina y en las actividades diarias sin cuestionar su significado o propósito más profundo. Vive de acuerdo con las expectativas y normas sociales sin reflexionar críticamente sobre ellas.

2. Conformismo y la “Caída”: Heidegger utiliza el término “caída” para describir cómo el Dasein se desliza hacia una forma de ser donde se conforma con lo que “se hace” en la sociedad, adoptando actitudes, valores y creencias que no han sido auténticamente escogidos por el propio individuo.

3. Fuga del Ser Propio: La inautenticidad implica una evasión del propio ser, evitando enfrentar la realidad de la propia existencia y la responsabilidad de darle sentido. Esto lleva a vivir de manera superficial, enfocándose en el “uno” (el “se” impersonal, como en “se dice”, “se hace”) en lugar de asumir una relación genuina con la propia existencia.

4. Miedo a la Nada y la Muerte: En la inautenticidad, las personas tienden a evitar confrontar la realidad de su finitud, es decir, su mortalidad. El miedo a la nada y la muerte se evade mediante la inmersión en distracciones y actividades sin significado profundo.

Encantado de participar.

Saludos.

Expand full comment
author

Veo que se podría conectar con ciertos elementos del existencialismo, como el concepto de Camus sobre el suicidio y el hombre absurdo: enfrentado a su condición mortal, al ser humano solo le queda confrontar esa «limitación» desde el saber y la inteligencia.

Me apunto estos datos sobre Heidegger, que, como te decía, tengo por aquí pendiente de lectura y con tus apuntes me has reabierto la curiosidad.

Muchísimas gracias por aportar tanta información interesante al debate. Es un placer esta red gracias a la gente como tú, que siempre contribuyen a ampliar el foco de los artículos. Un abrazo.

Expand full comment

Me ha gustado tu reflexión Emi.

Mi sensación es que la responsabilidad individual cada vez escasea más, algo que de continuar así nos hace más débiles como colectivo. Quienes nos dirigen hacia esta decadencia no parece que se preocupen demasiado por el grupo, aunque el mensaje populista pueda hacer creer lo contrario. Veo poco o ningún altruismo en nuestra clase política.

¡Gracias!

Expand full comment
author

Gracias por el apunte, Pol. La verdad es que es curioso que un tiempo como este, en el que la individualidad se exacerba hasta límites imposibles (búsqueda del lujo; productividad infernal; egoísmo comunitario…), cedamos terreno en los aspectos que más nos incumben como seres sociales. En cierto modo, a la clase dirigente le viene muy bien esta dejación de funciones, pero el resultado es que exigimos derechos en áreas poco importantes y los entregamos en las fundamentales.

Quizá es un tema de educación, tanto social como moral. Quería plantear estas cuestiones en el artículo y me alegro de que vayan saliendo temas a la luz. Gracias por pasarte y traer este a colación. Un saludo.

Expand full comment

Pregunta compleja donde las haya, Emi. Por tanto respuesta complicada o imposible.

Desde mi humilde conocimiento, me vienen a la cabeza las gestas de personajes como Gandhi o Nelson Mandela. Son ejemplos claros de líderes que hicieron posible cohesionar deseos e ideas más allá del propio individuo. Si pienso en ellos, podría pensar que en efecto sí existe una forma de hacerlo. Si pienso en los partidos políticos, instituciones, gobiernos, también veo que esa cohesión es posible. La pregunta que yo me hago es: ¿a costa de qué? ¿qué ganamos o qué perdemos?

¡El ser humano es tan complejo! No actuamos de igual forma como individuales que como cuando pertenecemos a un grupo. Y pertenecer a un grupo conlleva sus riesgos y sus desventajas también. No asegura nada en absoluto. Por tanto, veo posible esa cohesión, pero no la veo sostenible ni duradera en el tiempo. No la veo sólida. Cada individuo tendría que saber gestionar correctamente el problema de la «supresión de su individualidad» y eso lo veo más delicado aún, si cabe. Lo cual me lleva a reflexionar a que NO ES POSIBLE.

Como todo en esta vida, no veo blancos ni negros. Solamente grises.

Me ha encantado tu reflexión Emi.

Gracias por estar. ❤️

Expand full comment
author

Gracias por pasarte y me alegro de que el artículo te haya gustado (y dado que pensar).

Creo que Miguel ya ha glosado muy bien parte de la cuestión que planteo en el texto. Más allá de un Estado —entendido como entidad cohesionada de individuos con un fin común—, es posible que necesitemos un objetivo concreto para mantener esa unión; de alguna manera, sería un ideal utilitarista, en tanto en cuanto, de no existir una meta específica, esa cohesión se diluiría.

Me gustaría pensar que puede no ser así, como ocurre en las comunidades pequeñas (pienso sobre todo en pueblos, por la experiencia propia del lugar en el que vivo), en las cuales la cooperación entre personas, incluso con diferencias palmarias, suele imponerse a la individualidad solipsista.

En todo caso, quería plantear esa cuestión como un problema con muchos acercamientos, de los cuales —espero— el que tú apuntas sea solo uno. Me alegro de que la reflexión nos haga pensar a todos sobre ello.

Expand full comment

Desde mi punto de vista, muchos de los individuos que se les recuerda como grandes líderes de la cohesión, como los que mencionas, suelen ser un ideal que hemos creado a partir de individuos reales.

No digo que Gandhi o Mandela no fueran grandes líderes, que lo fueron, pero tuvieron una estructura social y una organización política que les levantó y que les permitió alzarse hasta aquello por lo que hoy se les recuerda. En ambos casos, esa cohesión vino en gran parte dada por una oposición a un orden establecido (el colonialismo británico, el apartheid), lo que facilita mucho cualquier unión (fíjate lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, cuando incluso estadounidenses y soviéticos lucharon en el mismo bando).

Y puede que ese sea parte del problema que existe en el presente. Sin un enemigo o un problema que toda la sociedad perciba como motivación principal es muy difícil lograr esa cohesión social y política.

Expand full comment

Muy cierto Miguel. No lo había pensado de esa forma, ni tenido en cuenta ese punto de vista. El contexto es muy importante también, como bien comentas.

Expand full comment

Enhorabuena! Un texto magnífico y muy actual: dejamos de actuar individualmente y dejamos que el Estado asuma la responsabilidad (y, previamente, la decisión).

Un tema que me llama mucho la atención es que, de un tiempo a esta parte, tanto autonomías como el Estado regulan la prohibición del móvil por los niños en la escuela. Es un claro ejemplo de lo que indicas en tu texto: los padres, que son quienes deberían hacerlo, se inhiben y el Poder es quien lo decide. Evidentemente, es un error.

Expand full comment
author

Gracias, Joaquín. El tema de los móviles da para largas discusiones (me apasiona, debo confesar, a la par que me desconcierta), pero, básicamente, es un excelente ejemplo. En general, es verdad que como individuos «cedemos» espacios de decisión en favor del Estado (entendido este como entidad social que agrupa colectividades), aunque pienso que el verdadero problema estriba en saber —y elegir— qué podría ser bueno ceder y qué no.

Es un asunto complejo del que espero haber hecho una aproximación interesante. Muchas gracias por comentar.

Expand full comment