18 Comentarios

Solo te daré las gracias por este texto :)

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Pues mil gracias, Estefanía. Me alegro de que haya gustado, de verdad.

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Me ha encantado este texto, Emi. Es TAN necesario desestigmatizar el fracaso... incluso le cambiaría el nombre, fíjate. Y no porque no duela, como tú decías. Sino porque duele cien veces más si no lo consideramos algo normal y natural, una parte inevitable de cualquier proceso constructivo.

¿Sabes? En astrología psicológica (que no cunda el pánico, sigue conmigo 😄) el planeta Saturno representa a la perfección el tema de este texto tuyo. La posición de Saturno en la carta astral habla de las experiencias difíciles, dolorosas, largas, de fracaso y limitación, que moldean al individuo poco a poco hasta hacerlo realmente sabio. Y realista. Porque Saturno representa, ante todo, el arte de estar plenamente ajustados a la realidad.

Las personas con ese planeta muy prominente en sus cartas tienden (tendemos) a ser precozmente maduras y a tener vidas... bueno, no muy fáciles. Pero los beneficios son grandes, a la larga. Saturno es un profesor severo, pero si haces bien los deberes, trae recompensas muy sólidas y reales al final.

Y hasta aquí el inciso astrológico, corto y cambio.

Gracias siempre, por compartir tus reflexiones y dejarnos acompañarte en ellas. 🙏

Un abrazo!

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Siempre gracias a ti, Clara, por traer a colación nuevas ideas para los textos.

Para mí es palmario el hecho de que el fracaso forma parte de la vida; es más, diría que parte importante, porque nadie va a pasar por este mundo sin tropezar unas cuantas veces.

El problema es que no solo estigmatizamos el hecho en sí, sino su mera existencia. Por eso aborrezco el entorno buenista de la mentalidad de superación que nos invade: con esa visión del mundo es fácil caer en la tentación de creer que podemos evitar los fracasos, que podemos sobreponernos a un fallo sin esfuerzo, que podemos tener cicatrices sin haber tenido heridas primero.

Aceptar que el fracaso es natural no significa abrazarlo, ni ansiarlo; significa convivir con ello, asumir que ocurre y, cuando se puede, aprovecharlo y aprender de ello. ¿Fácil? En absoluto. Pero me parece una perspectiva más realista que los mensajes de las tazas de desayuno.

Un abrazo, Clara.

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😂 Me has hecho reír con lo de los mensajes de las tazas de desayuno...

Totalmente de acuerdo, Emi. Ni una coma le cambiaría a lo que dices.

Otro abrazo para ti!

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Cada comienzo es una vida nueva. Qué difícil, igualmente, cada renacimiento. Me encantó tu artículo.

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Muchas gracias, Sofía, de verdad. Y, sí: cada renacimiento es toda una aventura. Pero qué bonito, también.

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Emi que maravilloso artículo, en definitiva desde la escuela se nos enseña que equivocarse está mal y que hay que evitarlo a toda costa, nos enseñan a costa de repeticiones a temerle al fracaso al grado extremo. No obstante, el fracaso es parte de la vida y una parte inevitable de lograr el éxito en cualquier cosa, hay que hacer consciencia de esto antes de enfocar nuestra energía en la inacción, en protegernos tanto de fallar que terminemos no moviéndonos. Gracias por compartir.

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Gracias, Josue. Como decía en otro comentario, pienso que no habría que obsesionarse con el entorno educativo y la «aversión al fracaso» que —supuestamente— induce.

El fracaso personal, en casi todos los casos, no tiene que ver que nuestro paso por la escuela y es algo que, sin embargo, también aborrecemos por una miríada de motivos, entre los cuales me gustaría señalar a esa mentalidad de éxito que impera en la sociedad actual.

Dicho esto, tanto en un caso como en el otro pienso que habría que hacer un esfuerzo por comprender la naturalidad del error como elemento perenne en nuestras vidas, y tratar de convivir con ello.

Muchas gracias por pasarte a comentar. Saludos.

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Siempre que recibo tu newsletter lo guardo para leerlo con calma y mucha atención, es mucho el aprendizaje que saco de cada texto y ya tengo una lista enorme de autores para mí desconocidos que despiertan toda mi curiosidad por descubrirlos, por esa parte gracias por todo lo que aportas en esta comunidad.

Me gusta tanto leer tus textos como entrar en los comentarios que lo enriquecen todavía más si se puede.

Respecto al texto de hoy estoy de acuerdo en que el fracaso nos enseña y fortalece pero me gusta que apuntes en tus comentarios sobre la dureza de superarlos y que a veces lejos de ser algo positivo puede dejarnos muy malheridos. No siempre se puede, no siempre se supera, tan solo aprendes a vivir con ello y no por eso vuelves a “fracasar”.

El autodesconocimiento no es la meta…es el camino y sigo todavía perdida en sus senderos pero nutriéndome de todos ellos.

Gracias una vez más por compartir tanto. 🫶🏻😊

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Muchísimas gracias por tu comentario, Alma; de verdad que me alegra que los textos te gusten tanto.

Y me alegra también que encuentras esa faceta del fracaso como algo natural. Creo que hoy día hay mucha obsesión con la superación, con la resiliencia, y, aunque como objetivo puede ser bueno (siempre que se tenga en cuenta la gran cantidad de factores que influyen en ello), me parece que el fracaso forma parte de la vida y hay que aprender a «lidiar» con él. No es fácil ni agradable, claro que no, pero, como muchos otros sinsabores, es un elemento sustancial del proceso de crecimiento y madurez (de toda la vida, en realidad), por lo que no podemos tratar de evitarlo para siempre.

Es un placer tenerte por aquí y que aportes con tu visión sobre lo que escribo. Un saludo.

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El fracaso es bueno en usa, fatal en España.

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Puede que a nivel profesional se vea de otra forma (es un país adolescente); pero seguro que a nivel personal se vive de manera similar.

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No conocía a Natalia Ginzburg. Me ha fascinado este extracto que has compartido.

Coincido contigo en tu concepción del error como camino hacia la mejora y el autoconocimiento. Yo siento que es de verdad, la única forma de caminar por la vida, equivocándose, reconociéndolo, aceptandolo y aprendiendo para no volver a caer en ello.

Pero también es algo que he asimilado con la edad. En mi adolescencia y juventud, no toleraba el error ni mío ni de otros. Creo que quizá puede ser por como nos han grabado a fuego en el colegio lo inaceptable del error, y es algo por lo que veo a adultos aún sudar y sufrir en las aulas.

Así que si bien tú lectura del error es la única sensata (a mí modo de ver) la realidad es que la sociedad y la educación han estado muchos años inculcando otra forma de verlo. Y nos ha hecho mucho daño.

Gracias por recordarlo porque a mí, a veces, esto se me olvida. 🙏

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Bueno, es que la experiencia, como suele decirse, es un grado. Me resulta evidente que durante la juventud somos un tanto irresponsables, impetuosos, y —como decía el poeta— venimos a llevarnos la vida por delante. Y está bien, porque así debe ser.

Más allá de eso, no me parece que la educación influya tanto como parece. Hay que distinguir entre los errores «formales», los que cometemos en un examen, en el trabajo, realizando una tarea, y los «personales», que se relacionan con sentimientos, relaciones y deseos. No creo que los primeros afecten a los segundos, no decisivamente, al menos, porque se trata de «procesos» que ejecutamos y que (nos guste o no) deben ser precisos y correctos.

Los segundos, sin embargo, pueden llegar a lastrarnos terriblemente, porque no existe una fórmula para lidiar con ellos, por más que la autoayuda reparta recetas como un croupier. Y es ahí donde se encuentra el quid de nuestra relación con el fallo: en aceptar nuestra humanidad, pero también en superarla de algún modo.

Gracias, Laura, por presentar otra óptica del tema. Un saludo.

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sep 13·editado sep 13Gustado por Emi

¡Gracias a tí por leerme y contestar! Estoy totalmente de acuerdo en lo que respecta a la juventud. Qué tiempos esos...

Sin embargo, ante tu reflexión sobre los distintos tipos de errores que yo también comparto, insisto en el matiz que aporta la educación en el colegio y en la familia, en el entorno en general, independientemente del tipo de error.

De hecho, y hablo por experiencia propia, enfatizar el error por encima de aquello que se hace bien y tildarlo sistemáticamente de algo negativo, limita el desarrollo personal del individuo, generando miedo al fracaso y minando su poder de decisión, y su capacidad de crecimiento. En otros casos incluso llevando a un nivel de autoexigencia muy alto que, con los años, pasa factura.

Este último es mi caso, y me ha costado mucho cambiar la perspectiva y aceptar mi humanidad, como tú dices. Me acuerdo de la frase de Lucy Maud Montgomery en Ana de las Tejas Verdes "Isn't it nice to think that tomorrow is a new day with no mistakes in it yet?". Esa sensación de saber que mañana vendrá otro día donde cometer más errores que quién sabe dónde nos llevarán, pero desde la aceptación de ese "puede una equivocarse en todo, y aún así, remediarlo". 😊 (esta frase me la quedo pa' mi).

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sep 13·editado sep 13Gustado por Emi

Hola Emi. Coincido contigo en que el fracaso, aunque lo tememos y muchas veces lo queramos evitar a toda costa, es en realidad un maestro invaluable. Cierto es, que a través de esos errores, esos tropiezos, es cuando a menudo logramos alcanzar una visión más clara de lo que realmente queremos, de quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Me parece fascinante cómo destacas que el fracaso, paradójicamente, puede conducirnos al éxito y, en muchos casos, a una forma de éxito más “verdadera” o más en sintonía con lo que realmente nos define como seres humanos. No en vano, muchos genios fallaron y se equivocaron estrepitosamente antes de conseguir sus logros, y así lo han reconocido muchos de ellos.

Ginzburg se empodera precisamente en ese reconocimiento de su capacidad de decisión, de su derecho a equivocarse y, aun así, corregir el rumbo. Esta noción de que aún en medio de los fracasos queda espacio para la redención, el cambio y la reinvención, es profundamente esperanzadora.

Agradezco la profundidad de tu análisis y la forma en que logras hacernos ver el fracaso como algo más que un simple obstáculo. Lo conviertes en un paso necesario para el autoconocimiento y la autorrealización. Si bien seguimos -y seguiremos- teniendo miedo a equivocarnos, textos como el tuyo nos recuerdan que «el error» siempre puede ser el inicio de algo grande.

Un abrazo. 🤗

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Bueno, la verdad es que el mérito es de Natalia Ginzburg, que en ese fragmento (en todo el libro, en todos sus libros) representa de forma hermosa y sincera lo que significa recuperarse del fracaso. Más que recuperarse, afianzarse; utilizar el dolor como una herramienta que nos espolea a no conformarnos con sufrir, sino que apela a nuestra fuerza interior.

Es un mensaje sencillo, pero también difícil de poner en prácitca. La literatura todo lo embellece, pero la realidad es que, en muchos casos, un error cometido nos puede atenazar de manera implacable. Creo que es ahí donde entra, precisamente, el conocimiento, el arte, la belleza, que nos pueden conmover y agitar para darnos, al menos, una pista sobre cómo sobreponernos.

Muchas gracias, como siempre, Jaime, por compartir y aportar.

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