Me quedé pensando en este fragmento: "Nuestra inherente capacidad para elegir la senda de la virtud se desvaneció en ese universo tecnológico y nos vimos abocados a una miríada de elecciones falsas." Yo no creo que la tecnología haya diluido nuestra capacidad de elección.
Gran artículo, como siempre. Nos recuerdas que la ética no caduca.
Me has hecho pensar, Daniel, y quizá el enunciado quedó un tanto taxativo; creo, sin duda, que la tecnología ha influido en el proceso de elegir, pero no hasta el punto de eliminarlo.
Gracias por iluminar ese punto y me alegro de que te haya gustado el artículo. Un abrazo.
Siempre me gustó el acercamiento que hace Aristóteles sobre la virtud. Siempre he sido de los que considera que está en nuestra mano hacer lo correcto. Si me parece interesante, tomando de referencia el fragmento textual de Aristóteles, los debates que se pueden derivar de él. Para mi, uno muy claro es sobre el libre albedrío. Si realmente nuestras elecciones son libres, y así podemos elegir entre bien y mal. Quizás da para otro post ;)
Me lo apunto, con tu permiso. La verdad es que Aristóteles da para muchos posts, desde luego, porque toda su teoría filosófica (compartida o no) abarca casi todos los campos del saber humano y es difícil que no haya aportado ideas interesantes sobre un buen puñado de cuestiones.
Muy buen artículo Emi! Me ha gustado mucho como referencias a lo antiguo para las verdades. Es cierto que parece que estamos constantemente intentando reinventar la verdades o adaptándolas a los tiempos, cuando en realidad, estos conceptos ya estaban muy bien “machacados” antes que la gente “tenía más tiempo para pensar mejor” 😂
He estado ayudando a un amigo a terminar su libro sobre el camino de la espiritualidad y tu artículo me ha recordado mucho a una versículo de la Biblia que atesoro mucho en mi corazón:
“Entrad por la puerta estrecha. Porque la puerta y el camino que conducen a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que conducen a la vida son estrechos y difíciles, y pocos los encuentran.”
MATEO 7:13-14
Y es que somos maestros tergiversando y creando vicios para luego defenderlos… como bien dices con la IA, con la espiritualidad, con tantas cosas que traen bueno al mundo y lo facil que conseguimos convertirlos en desastre, uso para la pornografia, inquisición, etc.
Claro, Mario, es muy cierto lo que comentas. En muchos casos pecamos de edadismo al pensar en conceptos, ideas o teorías, cuando en realidad son tan «humanas» como el mismo hombre, habiendo sido discutidas desde que tenemos uso de razón.
Otro punto diferente es la cuestión de cómo evolucionan o se degradan ciertos conceptos, como es el caso de la virtud, con la evolución de la sociedad: en ese caso, es pertinente sacar a colación los cambios que se han producido y discutir sobre ellos, porque tal vez la idea que tenemos se ha modificado de manera natural (con las transformaciones que vamos experimentando) y conviene repasar sus nuevas acepciones.
Me apunto la cita de Mateo porque viene muy a cuento tanto de este artículo como de otros. La sabiduría de la Biblia —tanto si eres creyente como si no— es indudable.
Excelente artículo y también los comentarios han aportado muchísimo al tema, mil gracias!
Lo que me parece interesante resaltar es la forma en que el algoritmo se ha metido en nuestra vida. Al ponernos a disposición tantas posibles elecciones nos olvidamos de pronto de nuestra capacidad de elegir lo que es mejor para nosotros y simplemente actuamos bajo la propia recomendacion de este algoritmo.
Es algo que reflexioné mucho cuando en Netflix salio la película de Black Mirror donde te daban opciones para continuar la historia y como un guiño al final insinuaban que en realidad no tenías elección sino simplemente la ilusión de esa elección. En ocasiones me cuestiono, después de intentar elegir aquello que me debería de apetecer en estas plataformas de streaming, si en realidad no he tomado la elección por lo que me recomienda, o por lo que me muestra que es lo popular.
Sin duda hay que hacer un ejercicio profundo de consciencia para actuar en virtud de nuestros valores y aquello que persigue el bien mayor, en lugar de simplemente dejarnos llevar por lo las opciones que se ponen, arbitrariamente elegidas, delante de nosotros.
Hola, muy interesante tu opinión. No hay opción, es la misma libertad que se le da a un niño cuando queremos que coma fruta, no se le pregunta si quiere fruta, se le da a elegir entre manzana o pera para que sea libre de decidir.
Sacas a colación una idea muy interesante, Josue: la «elección» de la virtud como algo dirigido, coaccionado. No había pensado en ello a la hora de escribir el artículo, pero me resulta muy interesante la intersección de esos dos temas.
Ciertamente, la «ilusión de control» existe y cada vez es más palpable en el ámbito tecnológico (que, por otro lado, cada vez es más social). Que eso tenga consecuencias —deseadas o no— sobre nuestra capacidad de obrar en pos de las decisiones virtuosas sería algo que habría que valorar.
Pienso, como tú, que es casi incuestionable que nos veamos afectados por elementos externos o ajenos (algoritmos, sin ir más lejos, como en tu ejemplo) cuando abordamos elecciones éticas, o simplemente sociales. Otra cuestión bien distinta, y con multitud de ramificaciones, sería si esas implicaciones influyen negativamente en las decisiones… Pero eso dará para futuros artículos y —espero— futuras discusiones.
Muchas gracias por aportar esa nueva idea al debate, Josue. Un saludo.
Me ha gustado mucho tu publicación, Emi. Yo no entiendo mucho de filosofía y recuerdo que me costaba entender a esos filósofos tan notables, pero comprendo perfectamente que tenemos esas dos posibilidades y yo sino te importa te doy mi opinión: elijo la virtud 🤣. Ser buena persona. Es cierto que cuesta mucho más y que el camino es más difícil. Que avanzas más lento y que uno parece tonto creyendo en utopías. Pero lo sigo eligiendo a pesar de todo porque qué sería del mundo sin esas buenas personas (y no es que yo lo sea). Creo que el esfuerzo y el sacrificio de hacer las cosas bien te enriquece como persona.
Tranquila, Elisa, yo tampoco entiendo mucho de filosofía, pero me gusta leer a ciertos pensadores (aunque me cuesta, tengo que reconocerlo) porque encuentro en ellos ideas que resuenan conmigo, si bien expresadas de una manera lúcida y elegante.
Como decía en otro comentario, creo que la virtud no es un concepto inasible, lejano, obsoleto, sino una elección (que, como todas las elecciones, requiere voluntad y trabajo) a nuestra disposición; obrar con juicio, con determinación, con empatía, no me parece algo tan difícil como para que la idea de «virtud» se haya devaluado hasta quedar como una anécdota dentro de nuestro sistema moral.
Me alegra mucho que te identifiques con el «club de los virtuosos« y que el artículo te haya provocado esas reflexiones. Y, por supuesto, te agradezco que te hayas pasado por aquí a compartirlas.
Hola Emi, cuánto me alegro de que se saque este tema, y de que seas tú quien lo saca, por lo bien que lo desarrollas.
Yo no me explico tan bien como tú al hablar de ética, pues me relaciono con ella más desde lo emocional o intuitivo, pero es un tema central en mi vida y en mi "mensaje".
Encuentro que uno de los valores más perniciosos de la sociedad global actual es el relativismo moral. Y también el solipsismo, como tú mencionabas.
Que, por cierto, escuché hace tiempo comentar a un investigador y divulgador ex-satanista que ambos son valores centrales del satanismo... y ahí lo dejo.
La virtud, entendida como el acto de obrar según lo que se entiende que es el Bien en una circunstancia dada, es especialmente difícil en los tiempos actuales. No sólo por todo lo que tú comentabas, sino también porque los seres humanos nos hemos desconectado colectivamente del corazón.
Y creo y siento que es en el centro de la inteligencia superior del corazón donde se encuentra más fácilmente la respuesta a la pregunta "¿Qué es lo Bueno/virtuoso en esta situación?". A esto me refería cuando te mencionaba mi relación intuitiva-emocional con la ética.
Sinceramente, creo que la distinción entre el Bien y el Mal no sólo es posible y necesaria, sino que es mucho más sencilla y concreta de lo que la pretende pintar el relativismo moral.
Y no hablo desde el moralismo, sino desde la convicción de que, quien tiene corazón y sabe escucharlo, sabe lo que está bien, y lo que no.
A mí me ha ayudado mucho en mi camino el investigar filosofías y religiones antiguas, en las que veo un hilo conductor que une e insinúa una ética humana atemporal. He encontrado consuelo y refuerzo a mis convicciones en lugares dispares como la filosofía del antiguo Egipto, el shintoísmo, o el sufismo.
Muchísimas gracias por el comentario y por aportar tu visión al artículo.
Decía Kant que la ética consistía (resumo mucho) en tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, y en esa sencillez pienso que hay mucho de Aristóteles (y otros filósofos y pensadores). Escoger la opción «virtuosa» no es algo complejísimo, ni reservado a sabios o mesías: simplemente hay que actuar a sabiendas de que casi todas nuestras decisiones afectan, de una manera u otra, a los demás, al entorno, al mundo, y obrar en consecuencia.
También soy de la opinión de que se ha extendido un relativismo que emponzoña estas cuestiones y las convierte en un debate ramplón y maniqueo, cuando la discusión inteligente sobre estos conceptos e ideas es —desde mi punto de vista— una cuestión clave para formarnos y desarrollarnos como individuos.
mm.. me da que pensar. Necesito escribir algo sobre el movimiento de la belleza. No sé por qué no hice antes, me pondré hoy, muchas gracias por la inspiración.
la belleza como conductora de la vida, no como algo ajeno, externo, o estético, como un movimiento que se produce dentro de nosotras y nos 'acopla' al movimiento del mundo.
esa belleza no es virtud como entiendo que la describe aristóteles, pues no consiste de patrones, ideales, o moralidad. para mi transciende toda virtud y todo vicio, al menos tal y como las solemos definir. hay virtud escondida en nuestros supuestos vicios y vicio en lo que llamamos virtud, requiere un corazón muy despierto el distinguirlos, pues son 'cosas' siempre en movimiento e imposibles de categorizar.
Bueno, ciertamente la belleza no es virtud en cuanto la trata Aristóteles en ese texto, aunque, como apuntas, es un elemento que trasciende y, por tanto, puede ser considerado más allá de etiquetas dicotómicas.
En todo caso, me alegro de que el texto te haya servido de inspiración. Muchas gracias por pasarte a comentar.
Bonita reflexión, Emi. Profunda y oportuna, para los tiempos que corren.
Coincido en que hablar de virtud hoy en día parece casi anacrónico; la mera mención de la palabra provoca muchas veces sorpresa o incluso burla (a mí me ha pasado), tachando al que la usa de «pseudo-filósofo», pero con sorna o desdén. Esto refleja cómo la virtud ha sido denostada en nuestra época, por gran parte de la sociedad, donde los valores parecen haber sido relegados a un segundo plano.
A mi modo de ver, ser virtuoso en nuestra sociedad es complicado, no solo por la presión de las normas sociales y tecnológicas, sino porque, según el ámbito en el que estemos, también lo virtuoso a menudo es visto como algo ingenuo o fuera de lugar. Por ejemplo, en un entorno laboral altamente competitivo, donde el éxito rápido es más valorado que la integridad, optar por el camino de la virtud puede ser percibido como un obstáculo o, peor aún, como una debilidad.
Me parece especialmente relevante la cita que has escogido de Aristóteles: «siempre que esté en nuestro poder el hacer». Sin embargo, el problema radica en que, en la sociedad que tenemos, el hacer no está siempre en nuestro poder, depende siempre de factores externos (normas, trabajos, el qué dirán...) lo que significa que no tenemos una libertad real de ser virtuosos en la forma en que lo deseemos, a no ser que aceptemos el rechazo de muchos.
Yo soy de los que piensan que la virtud sigue siendo una opción, aunque difícil. Yo elegí (hará unos 4 años) el plantearme seguir una filosofía propia, el tener unos valores acordes a mi forma de ver la vida y el luchar y/o rechazar aquello que no veo justo ni necesario. No es fácil, y ya me he topado con algún que otro problema de lo «socialmente correcto o establecido». A pesar de todo, no es mi intención renunciar a ello, ya que es en esa elección consciente donde podemos encontrar un sentido más profundo a nuestras vidas, incluso en estos tiempos tan complejos. Es lo que nos hará mejores personas, no me cabe duda.
Me gusta mucho el acercamiento de Aristóteles a la virtud (en la medida en que yo mismo lo he entendido) porque no le resta dificultad, sino que pone el énfasis en la necesidad de actuar conforme a principios; es decir, nos impele a superar los obstáculos —sociales, personales, consuetudinarios— para forjar una manera de vivir «virtuosa».
Como tú, soy de la opinión de que la virtud parece ser considerada hogaño como algo anacrónico, pedante, obsoleto, cuando en verdad es tan necesaria (si no más) como siempre. Quizá hemos devenido en una sociedad algo más individualista, que antepone el beneficio propio ante el comunitario, con lo cual la virtud pasa a ser un elemento de segundo orden, en tanto no implica una ganancia personal.
No obstante, ten en cuenta que Aristóteles habla sobre que esté en nuestro poder tanto en un sentido como en otro: «si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso». Es decir, pienso que era consciente de las dificultades que entraña el camino del virtuoso, pero también de que esas elecciones (siendo complejas, como tú mismo señalas con acierto) suponen recompensas íntimas a las que merece la pena aspirar.
Muchas gracias, Jaime, por sacar a la luz elementos del texto tan interesantes y que dan tanto juego al intercambio de pareceres. Es un placer tenerte como suscriptor. Un abrazo.
Cierto es, Emi, que Aristóteles no simplifica el concepto y enfatiza en la importancia de actuar conforme a principios. Lo que para mí se traduce en DESAFÍO. Las recompensas íntimas que mencionas, esas que provienen de obrar bien por el mero hecho de hacerlo, son quizás las que más valor tienen a largo plazo, a pesar de las dificultades y las recompensas externas. Dificultades que pueden implicar renunciar a un puesto de trabajo, por ejemplo, y esa decisión no es baladí según como están las cosas... Coincido en todo contigo.
Me quedé pensando en este fragmento: "Nuestra inherente capacidad para elegir la senda de la virtud se desvaneció en ese universo tecnológico y nos vimos abocados a una miríada de elecciones falsas." Yo no creo que la tecnología haya diluido nuestra capacidad de elección.
Gran artículo, como siempre. Nos recuerdas que la ética no caduca.
Me has hecho pensar, Daniel, y quizá el enunciado quedó un tanto taxativo; creo, sin duda, que la tecnología ha influido en el proceso de elegir, pero no hasta el punto de eliminarlo.
Gracias por iluminar ese punto y me alegro de que te haya gustado el artículo. Un abrazo.
Siempre me gustó el acercamiento que hace Aristóteles sobre la virtud. Siempre he sido de los que considera que está en nuestra mano hacer lo correcto. Si me parece interesante, tomando de referencia el fragmento textual de Aristóteles, los debates que se pueden derivar de él. Para mi, uno muy claro es sobre el libre albedrío. Si realmente nuestras elecciones son libres, y así podemos elegir entre bien y mal. Quizás da para otro post ;)
Me lo apunto, con tu permiso. La verdad es que Aristóteles da para muchos posts, desde luego, porque toda su teoría filosófica (compartida o no) abarca casi todos los campos del saber humano y es difícil que no haya aportado ideas interesantes sobre un buen puñado de cuestiones.
Muy buen artículo Emi! Me ha gustado mucho como referencias a lo antiguo para las verdades. Es cierto que parece que estamos constantemente intentando reinventar la verdades o adaptándolas a los tiempos, cuando en realidad, estos conceptos ya estaban muy bien “machacados” antes que la gente “tenía más tiempo para pensar mejor” 😂
He estado ayudando a un amigo a terminar su libro sobre el camino de la espiritualidad y tu artículo me ha recordado mucho a una versículo de la Biblia que atesoro mucho en mi corazón:
“Entrad por la puerta estrecha. Porque la puerta y el camino que conducen a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que conducen a la vida son estrechos y difíciles, y pocos los encuentran.”
MATEO 7:13-14
Y es que somos maestros tergiversando y creando vicios para luego defenderlos… como bien dices con la IA, con la espiritualidad, con tantas cosas que traen bueno al mundo y lo facil que conseguimos convertirlos en desastre, uso para la pornografia, inquisición, etc.
Gracias por compartirlo!
Claro, Mario, es muy cierto lo que comentas. En muchos casos pecamos de edadismo al pensar en conceptos, ideas o teorías, cuando en realidad son tan «humanas» como el mismo hombre, habiendo sido discutidas desde que tenemos uso de razón.
Otro punto diferente es la cuestión de cómo evolucionan o se degradan ciertos conceptos, como es el caso de la virtud, con la evolución de la sociedad: en ese caso, es pertinente sacar a colación los cambios que se han producido y discutir sobre ellos, porque tal vez la idea que tenemos se ha modificado de manera natural (con las transformaciones que vamos experimentando) y conviene repasar sus nuevas acepciones.
Me apunto la cita de Mateo porque viene muy a cuento tanto de este artículo como de otros. La sabiduría de la Biblia —tanto si eres creyente como si no— es indudable.
Un abrazo.
Excelente artículo y también los comentarios han aportado muchísimo al tema, mil gracias!
Lo que me parece interesante resaltar es la forma en que el algoritmo se ha metido en nuestra vida. Al ponernos a disposición tantas posibles elecciones nos olvidamos de pronto de nuestra capacidad de elegir lo que es mejor para nosotros y simplemente actuamos bajo la propia recomendacion de este algoritmo.
Es algo que reflexioné mucho cuando en Netflix salio la película de Black Mirror donde te daban opciones para continuar la historia y como un guiño al final insinuaban que en realidad no tenías elección sino simplemente la ilusión de esa elección. En ocasiones me cuestiono, después de intentar elegir aquello que me debería de apetecer en estas plataformas de streaming, si en realidad no he tomado la elección por lo que me recomienda, o por lo que me muestra que es lo popular.
Sin duda hay que hacer un ejercicio profundo de consciencia para actuar en virtud de nuestros valores y aquello que persigue el bien mayor, en lugar de simplemente dejarnos llevar por lo las opciones que se ponen, arbitrariamente elegidas, delante de nosotros.
Hola, muy interesante tu opinión. No hay opción, es la misma libertad que se le da a un niño cuando queremos que coma fruta, no se le pregunta si quiere fruta, se le da a elegir entre manzana o pera para que sea libre de decidir.
Exacto, de pronto siento que nos han orillado simplemente acotando nuestros campos de decisión.
Sacas a colación una idea muy interesante, Josue: la «elección» de la virtud como algo dirigido, coaccionado. No había pensado en ello a la hora de escribir el artículo, pero me resulta muy interesante la intersección de esos dos temas.
Ciertamente, la «ilusión de control» existe y cada vez es más palpable en el ámbito tecnológico (que, por otro lado, cada vez es más social). Que eso tenga consecuencias —deseadas o no— sobre nuestra capacidad de obrar en pos de las decisiones virtuosas sería algo que habría que valorar.
Pienso, como tú, que es casi incuestionable que nos veamos afectados por elementos externos o ajenos (algoritmos, sin ir más lejos, como en tu ejemplo) cuando abordamos elecciones éticas, o simplemente sociales. Otra cuestión bien distinta, y con multitud de ramificaciones, sería si esas implicaciones influyen negativamente en las decisiones… Pero eso dará para futuros artículos y —espero— futuras discusiones.
Muchas gracias por aportar esa nueva idea al debate, Josue. Un saludo.
Un placer. Y estaré pendiente de esos artículos para traer aristas interesantes a la conversación!
Me ha gustado mucho tu publicación, Emi. Yo no entiendo mucho de filosofía y recuerdo que me costaba entender a esos filósofos tan notables, pero comprendo perfectamente que tenemos esas dos posibilidades y yo sino te importa te doy mi opinión: elijo la virtud 🤣. Ser buena persona. Es cierto que cuesta mucho más y que el camino es más difícil. Que avanzas más lento y que uno parece tonto creyendo en utopías. Pero lo sigo eligiendo a pesar de todo porque qué sería del mundo sin esas buenas personas (y no es que yo lo sea). Creo que el esfuerzo y el sacrificio de hacer las cosas bien te enriquece como persona.
🤗🤦🏼♀️☺️
Un abrazo fuerte, Emi.
Tranquila, Elisa, yo tampoco entiendo mucho de filosofía, pero me gusta leer a ciertos pensadores (aunque me cuesta, tengo que reconocerlo) porque encuentro en ellos ideas que resuenan conmigo, si bien expresadas de una manera lúcida y elegante.
Como decía en otro comentario, creo que la virtud no es un concepto inasible, lejano, obsoleto, sino una elección (que, como todas las elecciones, requiere voluntad y trabajo) a nuestra disposición; obrar con juicio, con determinación, con empatía, no me parece algo tan difícil como para que la idea de «virtud» se haya devaluado hasta quedar como una anécdota dentro de nuestro sistema moral.
Me alegra mucho que te identifiques con el «club de los virtuosos« y que el artículo te haya provocado esas reflexiones. Y, por supuesto, te agradezco que te hayas pasado por aquí a compartirlas.
Un abrazo.
Hola Emi, cuánto me alegro de que se saque este tema, y de que seas tú quien lo saca, por lo bien que lo desarrollas.
Yo no me explico tan bien como tú al hablar de ética, pues me relaciono con ella más desde lo emocional o intuitivo, pero es un tema central en mi vida y en mi "mensaje".
Encuentro que uno de los valores más perniciosos de la sociedad global actual es el relativismo moral. Y también el solipsismo, como tú mencionabas.
Que, por cierto, escuché hace tiempo comentar a un investigador y divulgador ex-satanista que ambos son valores centrales del satanismo... y ahí lo dejo.
La virtud, entendida como el acto de obrar según lo que se entiende que es el Bien en una circunstancia dada, es especialmente difícil en los tiempos actuales. No sólo por todo lo que tú comentabas, sino también porque los seres humanos nos hemos desconectado colectivamente del corazón.
Y creo y siento que es en el centro de la inteligencia superior del corazón donde se encuentra más fácilmente la respuesta a la pregunta "¿Qué es lo Bueno/virtuoso en esta situación?". A esto me refería cuando te mencionaba mi relación intuitiva-emocional con la ética.
Sinceramente, creo que la distinción entre el Bien y el Mal no sólo es posible y necesaria, sino que es mucho más sencilla y concreta de lo que la pretende pintar el relativismo moral.
Y no hablo desde el moralismo, sino desde la convicción de que, quien tiene corazón y sabe escucharlo, sabe lo que está bien, y lo que no.
A mí me ha ayudado mucho en mi camino el investigar filosofías y religiones antiguas, en las que veo un hilo conductor que une e insinúa una ética humana atemporal. He encontrado consuelo y refuerzo a mis convicciones en lugares dispares como la filosofía del antiguo Egipto, el shintoísmo, o el sufismo.
Gracias y un abrazo. 🙏🏼
Muchísimas gracias por el comentario y por aportar tu visión al artículo.
Decía Kant que la ética consistía (resumo mucho) en tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, y en esa sencillez pienso que hay mucho de Aristóteles (y otros filósofos y pensadores). Escoger la opción «virtuosa» no es algo complejísimo, ni reservado a sabios o mesías: simplemente hay que actuar a sabiendas de que casi todas nuestras decisiones afectan, de una manera u otra, a los demás, al entorno, al mundo, y obrar en consecuencia.
También soy de la opinión de que se ha extendido un relativismo que emponzoña estas cuestiones y las convierte en un debate ramplón y maniqueo, cuando la discusión inteligente sobre estos conceptos e ideas es —desde mi punto de vista— una cuestión clave para formarnos y desarrollarnos como individuos.
Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo, Emi. Ahora me han dado ganas de volver a leer un poco a Kant... 😊
Gracias por responder, un abrazo!
mm.. me da que pensar. Necesito escribir algo sobre el movimiento de la belleza. No sé por qué no hice antes, me pondré hoy, muchas gracias por la inspiración.
la belleza como conductora de la vida, no como algo ajeno, externo, o estético, como un movimiento que se produce dentro de nosotras y nos 'acopla' al movimiento del mundo.
esa belleza no es virtud como entiendo que la describe aristóteles, pues no consiste de patrones, ideales, o moralidad. para mi transciende toda virtud y todo vicio, al menos tal y como las solemos definir. hay virtud escondida en nuestros supuestos vicios y vicio en lo que llamamos virtud, requiere un corazón muy despierto el distinguirlos, pues son 'cosas' siempre en movimiento e imposibles de categorizar.
Bueno, ciertamente la belleza no es virtud en cuanto la trata Aristóteles en ese texto, aunque, como apuntas, es un elemento que trasciende y, por tanto, puede ser considerado más allá de etiquetas dicotómicas.
En todo caso, me alegro de que el texto te haya servido de inspiración. Muchas gracias por pasarte a comentar.
Bonita reflexión, Emi. Profunda y oportuna, para los tiempos que corren.
Coincido en que hablar de virtud hoy en día parece casi anacrónico; la mera mención de la palabra provoca muchas veces sorpresa o incluso burla (a mí me ha pasado), tachando al que la usa de «pseudo-filósofo», pero con sorna o desdén. Esto refleja cómo la virtud ha sido denostada en nuestra época, por gran parte de la sociedad, donde los valores parecen haber sido relegados a un segundo plano.
A mi modo de ver, ser virtuoso en nuestra sociedad es complicado, no solo por la presión de las normas sociales y tecnológicas, sino porque, según el ámbito en el que estemos, también lo virtuoso a menudo es visto como algo ingenuo o fuera de lugar. Por ejemplo, en un entorno laboral altamente competitivo, donde el éxito rápido es más valorado que la integridad, optar por el camino de la virtud puede ser percibido como un obstáculo o, peor aún, como una debilidad.
Me parece especialmente relevante la cita que has escogido de Aristóteles: «siempre que esté en nuestro poder el hacer». Sin embargo, el problema radica en que, en la sociedad que tenemos, el hacer no está siempre en nuestro poder, depende siempre de factores externos (normas, trabajos, el qué dirán...) lo que significa que no tenemos una libertad real de ser virtuosos en la forma en que lo deseemos, a no ser que aceptemos el rechazo de muchos.
Yo soy de los que piensan que la virtud sigue siendo una opción, aunque difícil. Yo elegí (hará unos 4 años) el plantearme seguir una filosofía propia, el tener unos valores acordes a mi forma de ver la vida y el luchar y/o rechazar aquello que no veo justo ni necesario. No es fácil, y ya me he topado con algún que otro problema de lo «socialmente correcto o establecido». A pesar de todo, no es mi intención renunciar a ello, ya que es en esa elección consciente donde podemos encontrar un sentido más profundo a nuestras vidas, incluso en estos tiempos tan complejos. Es lo que nos hará mejores personas, no me cabe duda.
Gracias por estar. ❤️
Me gusta mucho el acercamiento de Aristóteles a la virtud (en la medida en que yo mismo lo he entendido) porque no le resta dificultad, sino que pone el énfasis en la necesidad de actuar conforme a principios; es decir, nos impele a superar los obstáculos —sociales, personales, consuetudinarios— para forjar una manera de vivir «virtuosa».
Como tú, soy de la opinión de que la virtud parece ser considerada hogaño como algo anacrónico, pedante, obsoleto, cuando en verdad es tan necesaria (si no más) como siempre. Quizá hemos devenido en una sociedad algo más individualista, que antepone el beneficio propio ante el comunitario, con lo cual la virtud pasa a ser un elemento de segundo orden, en tanto no implica una ganancia personal.
No obstante, ten en cuenta que Aristóteles habla sobre que esté en nuestro poder tanto en un sentido como en otro: «si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso». Es decir, pienso que era consciente de las dificultades que entraña el camino del virtuoso, pero también de que esas elecciones (siendo complejas, como tú mismo señalas con acierto) suponen recompensas íntimas a las que merece la pena aspirar.
Muchas gracias, Jaime, por sacar a la luz elementos del texto tan interesantes y que dan tanto juego al intercambio de pareceres. Es un placer tenerte como suscriptor. Un abrazo.
Cierto es, Emi, que Aristóteles no simplifica el concepto y enfatiza en la importancia de actuar conforme a principios. Lo que para mí se traduce en DESAFÍO. Las recompensas íntimas que mencionas, esas que provienen de obrar bien por el mero hecho de hacerlo, son quizás las que más valor tienen a largo plazo, a pesar de las dificultades y las recompensas externas. Dificultades que pueden implicar renunciar a un puesto de trabajo, por ejemplo, y esa decisión no es baladí según como están las cosas... Coincido en todo contigo.
Siempre es un placer Emi. Un abrazo. 🤗